Cuando Oteaba Auer llegó al campo de batalla reinaba la desolación.
Encontró una paloma encadenada por su dueño fallecido frente al monitor antes de liberarla... Conejos despavoridos corrían en busca de campos o de una triste zanahoria que echarse a la boca…avatares agotados vagaban por el blanco sin fuerzas ni esperanza…
¿dónde habría ido a parar el verde?...


En su faceta pacifista, la vieja tórtola había guardado, bajo el ala, un azul cielo-mar. Lo consiguió cuando “The President”, primero en darse cuenta de la catástrofe que se avecinaba puso pies en polvorosa.
En la huida olvidó llevarse el único color superviviente de la gama cromática que, ahora, le era obsequiado para contribuir al renacimiento pigmentario secondlifiano.
